El final más esperado

Jesús Vázquez abre el sobre y no puede evitar decir “Qué fuerte, pero qué fuerte, qué superfuerte”. Se gira y mira al trío Llácer, Guix y Myriam, que se echan las manos a la cabeza. Se hace un silencio. Por fin, el presentador reacciona y anuncia con voz temblorosa la victoria de Virginia por... más del 80% de los votos! El público se levanta y aplaude a su campeona. Todo el plató tiembla al clamor de los aplausos. Virginia llora de emoción y dedica su primera sonrisa a Risto Mejide, poniéndose la mano en el corazón. Risto el Justiciero sonríe y se gira hacia Noemí Galera diciéndole “Sayonara, baby”. A Noemí Galera se le desencaja la cara, se le salen los ojos de las órbitas, se le gira la cabeza y la organización pide que le llamen a un exorcista. Javier Llano y Coco Comín empiezan a dirigirse con sigilo hacia la puerta trasera del plató. Llácer, Guix y Myriam les adelantan corriendo como alma que lleva el diablo. Jesús Vázquez continúa ausente repitiéndose a sí mismo “Qué fuerte, qué fuerte!”. Dos miembros del equipo médico lo suben a una camilla y se lo llevan discretamente del plató mientras él sigue repitiendo “Qué fuerte, qué fuerte”. Virginia dedica al público la canción Smile. El público se pone por fin las camisetas azules que habían tenido que esconder para que les permitieran el acceso a la gala. En ellas se lee: “Sufre, KGalera, Virginia ya es primera”. Cuando Virginia termina la canción se oye el rugir de un motor. Risto, que se había vuelto a poner su vieja chupa de cuero, saltó sobre una Harley. En el asiento trasero, una mujer con grandes curvas enfundada en cuero. Justo antes de salir, Risto mira a Virginia y le dice “cielo, sigo cuidando de ti, y si alguien te da problemas, tendrá que comprarse un nuevo packaging”. Esa noche Risto se reunió en un garito con Bob Dylan, Bruce Springsteen y Amy Winehouse, que le felicitaron por su trabajo y levantaron sus copas de Bourbon para hacer un brindis: Risto, sabíamos que podíamos contar contigo, aún se sigue valorando lo auténtico. Hay quien cuenta que esa noche también vieron allí a los espíritus de Morrison, Mercury y Cobain.